"Sin considerar que el populismo punitivo es contrario al derecho constitucional y procesal constitucional, este también es ineficaz. Como es de esperarse, en diversos casos, no importa qué tan dura sea la sanción como consecuencia de cometer un crimen, estos siguen sucediendo y siguen formando parte de la realidad social".
En la actualidad, existen diversos actos perjudiciales que son tipificados como “delitos” y son acompañados de penas que tienen el objetivo de evitar que dichos actos se vuelvan a cometer. Pese a ello, en los últimos años, se ha visto cómo aun con tantas sanciones, las personas siguen actuando en desmedro de otros y, a causa de ello, las cárceles se encuentran repletas a modo de castigo. En el presente artículo, se desarrollará la influencia del populismo punitivo en las políticas criminales y, en esta misma línea, se propondrá la política social como la opción más acertada para solucionar los problemas sociales. Por último, con base en todo lo expuesto, se resaltará la importancia de la sociología y la psicología en el Derecho Penal.
Muchas personas tienen una respuesta clara y contundente frente a la criminalidad: las autoridades deben crear nuevos delitos y ampliar las penas para que el escarmiento sea aún mayor y se cometan menos crímenes. Chiroque (2022) expone que vivimos en un mundo en el que se aplica el populismo punitivo como único medio para hacerle frente a la inseguridad. La autora relata que este tiene sus orígenes en Estados Unidos en la década de los ochentas. Durante este tiempo, la pobreza y la desigualdad laboral incrementaron, lo que contribuyó al aumento de la actividad delictiva. Frente a este panorama, los legisladores optaron por utilizar el Derecho Penal para frenar la inseguridad ciudadana. De este modo, hubo un aumento del hacinamiento en los establecimientos penitenciarios. Como parte de esta herencia, en la actualidad, los legisladores buscan implementar penas más rígidas para calmar el sufrimiento de las víctimas, sin ver el panorama en su totalidad.
Así, las personas y las mismas autoridades enfocan su atención en leyes más severas, en lugar de aceptar que no se pueden solucionar todos los problemas con la aplicación únicamente del derecho. Diversos casos demuestran que los legisladores actuales están atentos a las demandas populares y responden rápidamente a los pedidos sin considerar todas las posibles repercusiones de sus decisiones (Chiroque, 2022). En este contexto, prima la opinión del pueblo, aunque, en realidad, esta se basa en un conocimiento limitado o escaso en materia legal. A causa de ello, los encargados de administrar justicia no velan por el respeto de la persona humana y su dignidad como deberían, por lo que el Tribunal Constitucional se opone a esta práctica irresponsable.
Sin considerar que el populismo punitivo es contrario al derecho constitucional y procesal constitucional, este también es ineficaz. Como es de esperarse, en diversos casos, no importa qué tan dura sea la sanción como consecuencia de cometer un crimen, estos siguen sucediendo y siguen formando parte de la realidad social. Es entonces que se debe profundizar en las causas del delito, para que este sea percibido como síntoma de que algo está fallando dentro la sociedad y nos invite a investigar y analizar mejor el contexto.
En este sentido, existe la gran necesidad de trabajar de manera interdisciplinaria con las especialidades que están relacionadas a la problemática, como la sociología y la psicología. Franz Ritter Von Liszt, un jurista alemán, señaló que “la mejor política criminal es una buena política social”. Esto quiere decir que el Estado debe descubrir los verdaderos motivos de la delincuencia para tratar de eliminarla, entre los cuales, por ejemplo, se encuentran la pobreza y la desigualdad de oportunidades. Si bien la política social y la política criminal se relacionan entre ellas en la medida en la que tienen como fin erradicar los conflictos sociales (Sanz, 2019), es importante delimitar cada uno de estos conceptos.
Sanz (2019) explica que, por un lado, la política social busca alcanzar su meta mediante la implementación de medidas proactivas orientadas a promover el desarrollo en áreas como la salud, educación, empleo, vivienda, asistencia, entre otras cosas. Por otro lado, señala que la política criminal implementa medidas más reactivas ante la necesidad de evitar los conflictos dentro de la sociedad. Frente a estas ideas, es evidente que la opción idónea debería ser la primera, ya que tendría efectos positivos a largo plazo.
Se debe optar por un enfoque orientado a analizar las variables psicosociales. Mirón et al. (1988) afirman la importancia de las relaciones afectivas entre padres e hijos para el desarrollo adecuado del individuo es crucial, según señalan diversos estudios como los de Linden y Fillmore (1981), Linden y Hackler (1973), Reiss (1971), Hanson y col. (1984), y Loeber y Dishion (1981). La falta de vínculos afectivos incrementa en gran medida la probabilidad de que el hijo se involucre en actividades delictivas, respaldando teóricamente las Teorías de Control Social de Nye (1957, 1958) y Hirschi (1969).
En esta misma línea, según Mirón et al. (1988), Hirschi exponía que el apego entre padres e hijos permite un control sobre la conducta del hijo. De ese modo, facilita la obtención de información sobre sus actividades y establece relaciones de afecto y respeto que son fundamentales para el proceso de socialización. Así, la ausencia de este apego dificulta la posibilidad de establecer controles parentales, aumentando de ese modo la probabilidad de una conducta delictiva.
Las relaciones sociales durante los primeros años de vida son sumamente importantes para el desarrollo de las personas, pues influyen en el actuar de los niños y jóvenes, y, en muchos casos, los delincuentes juveniles se convierten en avezados criminales. James Gilligan, un psiquiatra estadounidense, realizó un estudio de más de 35 años sobre el sistema penitenciario estadounidense para descubrir cuáles eran las causas detrás del comportamiento agresivo de los presos. Durante una entrevista, el psiquiatra resaltó que, cuando un terapeuta se sumerge por completo en las palabras del preso y le dedica toda su atención durante la sesión, le comunica que genuinamente está interesado en lo que dice y le demuestra un profundo respeto hacia esa persona, lo que es positivo para acercarse a este (Gilligan, s.f).
Entonces, podríamos preguntarnos cuál es la importancia del respeto para los criminales. Al respecto, Gilligan (2003) notó durante sus estudios que la humillación y la vergüenza eran elementos que se repetían en los prisioneros con los que trabajó. Algunos de ellos afirmaban que, por ejemplo, habían cometido todos esos crímenes para poder sentirse respetados y conseguir orgullo, dignidad, entre otras cosas, al menos por unos minutos. Si bien puede sonar irracional, el psiquiatra explica que la situación de poder que tienen los criminales frente a sus víctimas forma parte de sus motivaciones para actuar de ese modo, porque toda su vida se han sentidos humillados frente al mundo.
En conclusión, podemos notar la persistencia de actos delictivos a pesar de las duras sanciones establecidas, lo que solo ha producido un aumento en la población carcelaria. Después de explorar la influencia negativa del populismo punitivo en las políticas criminales, la implementación de políticas sociales parece ser la solución más efectiva para combatir la inseguridad ciudadana. Así, no se debería apoyar una inclinación hacia soluciones basadas únicamente en leyes más estrictas, sino que se debería mostrar la importancia de comprender las raíces profundas del delito.
En esta misma línea, se debe resaltar la necesidad del trabajo de la sociología y la psicología en el ámbito del Derecho Penal. Se aboga por un enfoque interdisciplinario para analizar las variables psicosociales. En este sentido, se resalta la crucial influencia del entorno de las personas y las relaciones afectivas en la prevención del comportamiento delictivo. Asimismo, resulta particularmente interesante que, en muchos casos, los prisioneros hayan confesado actuar perjudicando a otros por su interés en ser respetados. Esto nos deja como mensaje que hay necesidades dentro de la población que necesitan ser satisfechas, necesidades que son causadas en las familias, mayormente por falta de atención o cariño. En conjunto, estas reflexiones apuntan hacia la necesidad de estrategias más holísticas y proactivas para abordar los desafíos relacionados con la criminalidad.
Bibliografía:
Chiroque, M. (2022). La influencia del populismo punitivo en la práctica judicial. Revista Oficial del Poder Judicial.
https://revistas.pj.gob.pe/revista/index.php/ropj/article/view/600/791#info
Gilligan, J. (s/f). A New Approach to Violence Treatment: An Interview with Dr. James Gilligan. Psychalive.
https://www.psychalive.org/a-new-approach-to-violence-treatment-an-interview-with-dr-james-gilligan/
Gilligan, J. (2003). Shame, Guilt, and Violence. Social Research. 70 (4), 1149-1180.
https://www.jstor.org/stable/40971965
Mirón, L. et al. (1988). Un análisis de la relación entre ambiente familiar y delincuencia juvenil. Revista Psicología Social. 3, 165-180.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2903399.pdf
Sanz, N. (2019). Política Criminal. Instituto de Estudio e Investigación Jurídica (INEJ).
https://inej.online/inej.online/libros/EducacionContinua/PoliticaCriminal/01.pdf