"No, Marco Aurelio, no solo no te olvidaremos, sino que seguiremos con tu proyecto. Y no te escribo para hacerte una memoria, sino un manifiesto de compromiso. El objetivo de fomentar la lectura, pensar, criticar, argumentar, escribir y hacer cultura no debe ni será diluido. Si hablamos de valor, puedo asegurar que el cambio no se gestará si solo hablamos a un público selecto que aplaude las ideas y el debate, sino que amplificando los espacios donde se difunden las ideas, llegamos a quienes son menos privilegiados para llevarles cultura y educación".
Te escribo estas líneas bajo los efectos de tu voz colonizando las paredes de mi habitación. Sí, Marco Aurelio, he subido el volumen del video de YouTube donde aún te puedo ver. En pantallas sigues desmenuzando el concepto del amor, del feminismo, de la homosexualidad, de la metafísica o de la literatura; hasta que finalmente el tiempo cae insondablemente apagando tu voz dejándonos en silencio, una permanente espera de un público que aún no ha visto el final.
Y te recuerdo cuando a los cinco años de edad y en puntitas me inclinaba a la televisión de la cómoda de mamá para cambiarte de canal. Sí, Marco Aurelio, por aquellos años prefería ver “Dragon Ball Z” antes que tu programa “A solas con Marco Aurelio Denegri” en Cable Mágico Cultural. Los ojos de aquel niño te intuían como un sabio y ahora, 21 años después, recién puedo comprender la dimensión de tu legado.
Y no te he contado de nuestra experiencia cuando me mude a La Unión - Cotahuasi. ¿acaso lo has olvidado? TV Perú era la única señal que llegaba hasta aquel rincón de nuestro país. Y entenderás que a mis escasos 10 años, como todo chiquillo, mi vida se repartía entre la televisión y la pelota. De la primera, puedo asegurarte que me acostumbre a tu voz, a los sonidos altibajos con que sazonabas tus ideas, y así, ya sembrabas una señal que más tarde lograría descubrir. Te imagine por aquellos años, un hombre que entendía el lenguaje de los libros, que podía decir de memoria los versos de Vallejo y entender las ideas de Unamuno, eras alguien a quien ningún tema central de la existencia humana podía escapársele de las manos y que además hablaba – como un ser mítico y dueño de una inteligencia tan exquisita – horas de horas sobre libros ante un país que por aquellos años (pese a que no ha cambiado mucho) solo pensaba en realities shows.
Puedo asegurarte que nuestra cercanía se gestó con el tiempo; y finalmente sucedió. Es que sucede Marco Aurelio, que uno no nace con conciencia de lo que es bueno, sino con la imagen fugaz de que lo que se explica rápido no merece mayor profundidad. Pero tú lo seguías haciendo, si Marco, seguías explicando tus ideas, realizando entrevistas profundas, desafiando al statu quo; todo con el fin de elevar la educación peruana.
Y sabías desde qué tribuna lanzabas aquellas ráfagas de luz para iluminar mentes en cada rincón del país: La televisión. Verte allí, rodeado de sables y dientes, de colores y escándalos; defendiendo, con ironía y tremenda energía, la cultura, para luego dejar detrás de ti, en sombras a los programas superfluos que ahora ya nadie recuerda. Sí, Marco Aurelio, la batalla continua hasta hoy, pero puedes sentirte bendecido porque fuiste tú el arquitecto de una educación distinta, popular e inteligente. Lograste capturar la atención de un sector fiel que a vista de los poderosos empresarios, parecía una pequeña rodaja insignificante, en términos de rating; pero cuya importancia no radicaba en la cantidad sino en la calidad de información que exponías, y que ahora lamenta tu partida como un látigo de fuego cerca del corazón.
No, Marco Aurelio, no solo no te olvidaremos, sino que seguiremos con tu proyecto. Y no te escribo para hacerte una memoria, sino un manifiesto de compromiso. El objetivo de fomentar la lectura, pensar, criticar, argumentar, escribir y hacer cultura no debe ni será diluido. Si hablamos de valor, puedo asegurar que el cambio no se gestará si solo hablamos a un público selecto que aplaude las ideas y el debate, sino que amplificando los espacios donde se difunden las ideas, llegamos a quienes son menos privilegiados para llevarles cultura y educación. Lo hiciste y aunque te ganaste el desconcierto de quienes no lograron entenderte, de críticos que juzgaron tu labor en “función” a los televidentes que te sintonizaban, puedo asegurarte, Marco Aurelio, que ellos serán olvidados, porque la mejor medicina para quien en vida vive de acuerdo a sus ideales y se entrega a un bien mayor como lo es la difusión de la cultura, la recompensa es la trascendencia en el tiempo para inspirar a futuras generaciones.
Termino Marco Aurelio, por que seguro muchos te están escribiendo cartas y no tendrás tiempo para leerlas todas porque el viaje que te augura es muy largo, pero debo darte las gracias por haber contribuido tanto al desarrollo cultural de nuestro Perú.