"Stalker, aunque se basó en un libro de ciencia ficción, no entra en esta categoría, tal como aseveró el mismo Tarkovski. No encontramos una tecnología futurista; y los elementos de este género que están presentes (como el de los extraterrestres y el meteorito), juega más un rol mítico. Además, lo extraordinario (como los cambios del ecosistema y lo más evidente, la telekinesis de la hija del Stalker) son más cercanos a lo mágico que a la ciencia ficción. Pero, aún así, lo fundamental de esta película no se encuentra en lo que es mágico o ciencia ficción; sino en lo que es real; en su oda a la naturaleza y en la forma en la que aborda cuestiones existenciales como la búsqueda de la felicidad, la fe y la introspección. Son estas características las que vuelven a Stalker un clásico del cine."
Stalker: Entre lo romántico y lo mesiánico
Basada en la novela de ciencia ficción: “picnic extraterrestre” de los hermanos Strutgatski (co-guionistas de la película), Stalker (1979), fue la última película dirigida por Tarkovski para la URSS. Se grabó en la ciudad de Tallin, en la RSS de Estonia, con múltiples dificultades durante su grabación. A pesar de las peripecias y la mala recepción que tuvo en su momento, logró filmar una de las mejores películas rusas de su historia y una auténtica joya del cine.
La Zona es el refugio de los desdichados. Cargados de esperanza y de fe, prefieren correr el riesgo de ser muertos o apresados con tal de llegar a su tierra prometida. Un mito la reviste de magia. Poco se sabe de este lugar. Se cuenta que un meteorito cayó allí, pero jamás fue encontrado. Pronto llegaron las tropas, pero desaparecieron. Asustado, el ejército, optó por cercar sus límites y resguardarla para que nadie entrase. Así quedó exenta de cualquier actividad humana.
Vivió abandonada, exhibiendo los escombros de la civilización que otrora la habitó. Solo hay hierro oxidado mezclado ahora con la naturaleza, la flamante dueña. “La naturaleza armoniza lo que el ser humano destruye con su acción”1. De ahí que se piense que el rol de la ruina sea un recurso estético, el marcar un contraste entre ambas; o la añoranza del pasado, y el dejar huella. Esto es válido desde la estética, un atractivo para el espectador; pero para La Zona es algo más; es su trofeo y una advertencia. Todos los avances serán chatarra, solo es cuestión de tiempo. Nuevas plantas germinarán, los animales volverán y pronto nacerá un nuevo bosque.
En ese sentido, es compatible con quienes ven a Stalker como una película romántica2, una oda al ambiente. Este se apodera de los poquísimos planos de la película (140 para una duración de más dos horas). La vegetación, el río, la arena, los animales; son personajes propios que viajan junto a los tres hombres. “Cuando alguien aparece, todo se pone en movimiento”, recuerda el Stalker. Ellos también son protagonistas, ya que allí transcurre casi toda la película. Por eso lo primordial no es la tan anhelada Habitación en donde los sueños se cumplen (tanto así, que ni el escritor ni el profesor entraron y el Stalker jamás ingresó), sino, como se plantea en el Ítaca de Kavafis, lo esencial es el viaje: “Cuando emprendas tu viaje a La Zona, pide que el camino sea largo, lleno de aventuras y experiencias”.
No hay lugar más silencioso; perfecto para desnudar el alma, para confesar las más profundas aspiraciones, una antesala perfecta para la Habitación, en la que estas se harán realidad. La Zona invita a cavilar a sus visitantes, es un gran confesor que increpa el pasado, que te muestra las ruinas que son tu niñez y la vida de tus antecesores Esto aterra al hombre moderno industrial; tan acostumbrado al ruido ensordecedor de las máquinas. El ruido es la huida de la introspección; con él nos abstraemos de nuestra realidad interior, aquella que tanto tememos.
Por todo esto, cuando estamos en La Zona la película (en un principio a blanco y negro y luego sepia), torna al color. Es la luz que permite al alma relucir, el silencio que permite el diálogo consigo mismo; es la felicidad. No vale la pena colorear las grandes máquinas, ni las armas de los soldados, todo eso resulta innecesario para la historia, una pérdida de recursos.
Como se afirma en varios análisis del filme; los nuevos guiados por el Stalker, representan a las dos vertientes del hombre ilustrado: el intelectual (escritor) y el científico (profesor)3. Ambos son claros opositores de la fe. El primero, desde el inicio, acostumbrado a los soliloquios, expresaba su desconfianza a la magia de La Zona. Rechaza, por medio de la razón, a los extraterrestres y al triángulo de las bermudas. La ficción existe en el arte literario; y solo en ese mundo existe la fe; la realidad, por el contrario, es aburrida y regida por simples fórmulas, que nada han de sorprender. El segundo, de pocas palabras y pragmático; cree, pero con una mirada diferente, con curiosidad científica, desea estudiarla; desmenuzar sus propiedades y contribuir a la humanidad.
Comentan sus intenciones. El escritor busca inspiración, y el profesor, la verdad de La Zona. Los dos mienten. Pese a ello, están dispuestos a arriesgar sus vidas y su libertad. Así, contactan al único Stalker que queda, quien, a cambio de un dinero, acepta conducirlos a su destino y hacer cumplir sus sueños más profundos. Este, a diferencia de los otros dos, representa a la fe, busca infundir esperanza y guiar hacia la felicidad; es un mesías4. Como tal, su vida está marcada por la burla, el fracaso y la frustración; es un sacrificado5. Aún así, confía en los seleccionados. Les toma como buenas personas; él no se equivoca; por algo aceptó encaminarlos.
El viaje es para el Stalker, una pugna contra el pensamiento moderno. Tiene que ganarse el respeto como guía, empero mientras más viajan, menos confianza le tienen. La Zona no juega a su favor, pese a que sus nuevos visitantes le demuestran poco respeto. Este les advierte que sigan todo cómo él ordene, pues con cualquier descuido pueden morir. El escritor, desobedece; harto de ser reprendido, decide aislarse y camina unos metros. Nada le sucede. Es su consciencia y el temor de quedarse solo, lo que le obligan a volver. El profesor, empeñado en rescatar su mochila extraviada; se aleja del grupo. Al cabo de un rato, lo vuelven a encontrar comiendo tranquilo. Asimismo, ninguno cree en lo que predica; sus sermones les parecen soporíferos. El Stalker teme, se emociona y vive solo el personaje mesiánico. Es el único que cree en la mortandad de La Zona. Por momentos, se atisba cierta credulidad en el escritor (por ejemplo, cuando cruzaron la picadora de carne), quien no soporta ser siempre el primero en avanzar; da pasos con cuidado; atento a que algo pueda pasar. Este sentimiento lleva al Stalker a escogerlo a él primero y no al profesor (y no que le caiga mejor este, como piensa y critica). Con todo lo desobedecido el mesías no puede creer cómo es posible que no les haya pasado nada; aún así lo atribuye más a su buen criterio “habrán de ser buenas personas”.
Finalmente, cuando llegan a la Habitación nadie quiere entrar. El escritor, tras las reflexiones del viaje, concluye que esta es peligrosa, pues lo que cumple no es cualquier deseo; sino el más profundo; del cual ni siquiera podemos saberlo con certeza. Cumplirlo tampoco conlleva necesariamente a la felicidad. El profesor, por otro lado, su objetivo fue siempre destruirla con una bomba, motivado por una venganza personal contra su colega y por temor a que caiga en un futuro en las manos equivocadas (La ciencia ya era consciente de esta posibilidad tras las bombas atómicas). Stalker lo quiere detener, pero el escritor lo impide. Suplicando al profesor que no lo haga, increpa al otro; le pregunta en sollozos por qué lo hace. Este le responde que todo no es más que un deseo de ejercer poder y sentirse todopoderoso; es solo un desgraciado que se aprovecha de la angustia de la gente. El mesías no es nadie sin gente que crea6, por lo que se confirma su derrota. De vuelta en su casa, con el consuelo de su familia, llora:
¿No los has visto? Tienen los ojos vacíos (…) ¿Gente como esa puede creer en algo? (…) Ya nadie cree. No solo esos dos ¡Nadie! ¿Quién seré yo para llevarlos allí? Y lo que es peor es que nadie los necesita. Nadie necesita esa Habitación y todos mis esfuerzos son en vano. No voy a volver allí con nadie otra vez.
Stalker, aunque se basó en un libro de ciencia ficción, no entra en esta categoría, tal como aseveró el mismo Tarkovski. No encontramos una tecnología futurista; y los elementos de este género que están presentes (como el de los extraterrestres y el meteorito), juega más un rol mítico. Además, lo extraordinario (como los cambios del ecosistema y lo más evidente, la telekinesis de la hija del Stalker) son más cercanos a lo mágico que a la ciencia ficción. Pero, aún así, lo fundamental de esta película no se encuentra en lo que es mágico o ciencia ficción; sino en lo que es real; en su oda a la naturaleza y en la forma en la que aborda cuestiones existenciales como la búsqueda de la felicidad, la fe y la introspección. Son estas características las que vuelven a Stalker un clásico del cine.
1 Tejeda, C. (2010). Andrei Tarkovski. p.68.
2 Borja, Aracil. (2017). Arquitectura y Andrei Tarkovski.
3 Rabazas, A. (2015). Poéticas transitivas. De La Tempestad de Giorgione a Stalker de Tarkovski. Revista Opción. pp.1-20 & Ferreiros, H. (11 de septiembre de 2018).
La historia de Stalker, la película que le costó la vida a Tarkovski. La Nación. Extraído de:
https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/stalker-pelicula-le-costo-vida-tarkovski-nid2170640
4 Mantilla, A. (2004). La angustia utópica en el cine de Andrei Tarkovski. Palumpsestvs, pp.260-269.
5 Borja, Aracil. (2017). Arquitectura y Andrei Tarkovski, p.35.
6 Rabazas, A. (2015). Op.Cit.. p.15.