"¿Cómo le explicamos a nuestras hijas que, si le dicen que no a un hombre, pueden morir quemadas en un bus? (...) “Las gafas moradas” es una metáfora de la novela juvenil “El diario violeta de Carlota” de la escritora Gemma Lienas, consiste en ver el mundo desde una mirada crítica con perspectiva de género. Las gafas te van a permitir darte cuenta la realidad que, a diario, vivimos las mujeres y los procesos culturales, sociales y jurídicos que internalizan y refuerzan el patriarcado."
El día de hoy, a la hora de almuerzo, salía a toda prisa de la oficina a almorzar con mi hija. Nos encantan esos momentos robados a una conciliación de la vida laboral y familiar inexistente en este lado del mundo.
Camino a casa me enteré de la muerte de Eyvi Ágreda, una joven de 22 años a la que hace 38 días, su acosador la roció con gasolina y la quemó en un bus de transporte público, de noche, cuando volvía a casa sola. Él quería castigarla porque su compañera de labores “le daba alas”, pero rechazó su propuesta de ser pareja.
Una gran tristeza invadió mi corazón, me sentí triste por Eyvi, por mí, por mi hija, por todas las mujeres que conozco, pero también por las que conozco, por todas las que sufrimos, de mil formas la violencia machista que está tan instalada que muchas veces las normalizamos y escuchamos “chistes” misóginos o de cosas como la friendzone o el soldado caído.
Esto me llevó a poner en mi muro de Facebook lo que, desde lo más profundo de mí, estaba sintiendo en ese momento:
¿cómo le explicamos a nuestras hijas que, si le dicen que no a un hombre, pueden morir quemadas en un bus?
Tamaño atrevimiento tenía que tener una respuesta masculina, que calificó mi reflexión de “lamentable”, pero mejor copio tales líneas para no tergiversar su pertinente aporte:
“Estimada Yolanda. Qué lamentable tu comentario. Antes de hacer un llamado al morbo, mejor enseñarles que deben aprender a defenderse, a denunciar y a buscar ayuda por todos los medios. A comunicar a sus familiares lo que les sucede. Lamentablemente psicópatas como ese abundan en todos lados y eso escapa de nuestras manos. Lo que no escapa de nuestras es la formación que damos en casa. Saludos”.
¿Acaso hay manera de responder a esto? O sea, las mujeres tienen que aprender a defenderse, las mujeres tienen que denunciar, las mujeres tienen que buscar ayuda. Entonces fue culpa de Eyvi por no defenderse, por no denunciar, por no buscar ayuda. En cambio, yo tengo claro que si hay algo que debemos enseñar en casa, es que las mujeres son seres humanos que valemos igual como cualquier otro, y no se les grita, no se les pega, no se les viola, no se les quema, no se les mata, no se les desaparece.
Todas las mujeres hemos sido agredidas de mil maneras ¿Cuántos psicópatas hay en Lima? Las mujeres vivimos con miedo, a mis 40 años sigo enviando mi ubicación de gps cuando voy en un taxi y les aviso a mis amigas que ya llegué a casa (ellas me avisan a mí, claro), porque aun me siguen diciendo porquerías en la calle, por que si voy sola me cruzo a la vereda de enfrente si el que viene hacia mí es un hombre, porque el taxista muchas veces prefiere ir por donde le dice el Waze y no por donde yo le digo, porque a diario los hombres me siguen tratando como si fuese de menor categoría.
Y aquí viene la cantinela de #NotAllMen. Sí, ya sé que tu no matas mujeres, no las violas, no las emborrachas, no les gritas, no les pegas, no les metes la mano sin su permiso, no las tratas de locas, de histéricas. Bueno, tú sabrás.
Nosotras estamos llorando a una hermana que acaba de morir. Hoy he conversado en sororidad con muchas mujeres, con conocidas, pero también con extrañas, compartiendo la tristeza, la pena, el dolor, la rabia, la impotencia. Si lo mejor que se les ocurre es decir que “no son todos los hombres”, entonces están restando importancia a lo que las mujeres venimos exigiendo para que sus male tears sean tomadas en cuenta. Además están ignorando que las mujeres han vivido oprimidas y dominadas de mil maneras por el machismo que ¡está en todos lados! ¿en verdad no lo pueden ver?
El mismo presidente Vizcarra quiso explicar, esta noche, lo que intentó decir cuando dijo que la muerte de Eyvi hay que saberla aceptar porque son designios de la vida. Se explicó diciendo que el culpable es el hombre que la quemó por haberlo rechazado. Pero, Señor Presidente, acaso no ve que el culpable es el machismo estructural, ese que está enraizado y normalizado en toda la sociedad y en todas las personas que no aun no se han puesto las gafas moradas.
“Las gafas moradas” es una metáfora de la novela juvenil “El diario violeta de Carlota” de la escritora Gemma Lienas, consiste en ver el mundo desde una mirada crítica con perspectiva de género. Las gafas te van a permitir darte cuenta la realidad que, a diario, vivimos las mujeres y los procesos culturales, sociales y jurídicos que internalizan y refuerzan el patriarcado.
Yo tampoco las usaba, pero cuando me las puse ¡zas! mágicamente empecé a ver cosas que antes estaban interiorizadas y normalizadas, como que las mayoría de profesores de mi facultad sean hombres, que prácticamente no hay rectoras mujeres, que los congresos, eventos o seminarios sean dictados por hombres, que el Código Penal esté escrito en masculino (“El que…”), que las leyes hayan sido escritas por hombres creando instituciones que responden a sus necesidades y, a lo mucho, a lo que ellos creen que necesitan las mujeres.
En mi caso, como abogada, estoy dada a la tarea de deconstruir el Derecho, porque ha sido herramienta de dominación de las mujeres, y llenar de contenido los conceptos que lo fundan. Y sin que ello determine un orden, debe haber también un cambio estructural en lo político (avísenle al Presidente y al Congreso), en lo social y en la aplicación de la justica que aun nos es esquiva.
Invito a todas las personas a que se animen a ponerse las gafas violetas para decir sin temor que lo que mató a Eyvi fue la violencia de género. Apúrate, cada día cuenta.