Publicación #33

La gran estafa

Hernan Nuñez

2018-03-14

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"¿[C]ómo es que una obra que tiene menos elementos y componentes mantiene el mismo costo que un diseño que no se construyó? Resulta evidente que estamos ante una obra en la que se colocaron, al menos en el papel porque en la realidad no existen, una serie de características con la finalidad de justificar grandes sobrecostos."

 

La “Alameda de 28 de julio” –lo escribo entre comillas porque, en realidad, es una vereda ancha cuya construcción demoró más de tres años- constituye una burla a los vecinos. Es evidente que no se ha cumplido con lo que se le ofreció a la ciudad: más árboles y espacios recreativos que significaría un punto de encuentro para la gente. Incluso los funcionarios del alcalde Castañeda prometieron más de 8000 metros cuadrados de áreas verdes y el día de la inauguración admitieron que con las justas llegaban a 3000. Basta ver el diseño original de la obra para darse cuenta del grosero engaño.

Pero eso no es todo; vayamos a los costos. La elaboración del video de simulación en 3D, que fue difundido por televisión y redes sociales, costó 65 mil dólares; es decir, se gastó bastante dinero en publicitar una obra que nunca se hizo ni se hará. Es importante aclarar que estamos hablando solo de la elaboración del material audiovisual y no de la publicidad del mismo. ¿Cuánto se gastó en publicitar esto en distintos medios de comunicación? Otra interrogante que no tiene respuesta del alcalde Castañeda.

Es importante indicar que Jaime Villafuerte, gerente de promoción de la inversión privada de la Municipalidad de Lima, ha señalado públicamente que  la obra ha costado alrededor de cinco millones de dólares. Según los costos unitarios de la obra “Plaza Nueva”, como también se le llama  a la “Alameda de 28 de julio”, esta debería costar 4 millones 660 mil 776 dólares.

Claro que la obra tendría ese costo siempre y cuando se respetase el diseño original. Así, por ejemplo, se contemplaban juegos infantiles por 75 mil dólares con un pavimento sintético de caucho valorizado en más de 10 mil 400 dólares. Además, se consideraban trece tachos de basura Morella de Escofet presupuestados en 10 mil 375 dólares. Todo esto existe solo en el papel mas no en la realidad.

Las áreas verdes están presupuestadas en 115 mil 114 dólares siempre que se sembrara molle serrano, jacarandá, tecomas y callistemon además de flores de lavanda, agapanto y margaritas, así como enredaderas de jazmines y bougainvilleas. En la realidad tenemos cemento y unas cuantas palmeras sin hojas con grass artificial en sus bases. Cabe anotar que en el retiro y eliminación de los árboles que existían hasta antes de esta estafa se gastaron 20 mil 790 dólares. Paradójicamente,  el alcalde Castañeda gasta para destruir, pero no para construir.

También están considerados una escultura interactiva y un entarimado de madera de pino por más de medio millón de dólares y 30 mil 138 dólares, respectivamente. Ambos componentes también inexistentes.

Entonces,  ¿cómo es que una obra que tiene menos elementos y componentes mantiene el mismo costo que un diseño que no se construyó? Resulta evidente que estamos ante una obra en la que se colocaron, al menos en el papel porque en la realidad no existen, una serie de características con la finalidad de justificar grandes sobrecostos.

Ojo que estamos hablando de lo que se presupuestó y no se realizó, es decir, lo visible, lo que no quiere decir que no existan sobrevaloraciones en otros componentes de la obra; por ejemplo, en iluminación el presupuesto asciende a más de 426 mil dólares. ¿Se habrá gastado realmente todo ese dinero? Con Castañeda nunca se sabe y por eso es importante que la Contraloría continúe con sus investigaciones. Hasta el momento esta entidad ha determinado que no se puede saber el costo real de la obra.

Recordemos que tanto la “alameda” como el bypass de 28 de julio fueron financiados con los recursos del fideicomiso de más de 74 millones de dólares que la gestión anterior renegoció para el proyecto Río Verde. Lima perdió así la oportunidad de recuperar el río Rimac, encausarlo y reforestarlo, y de tener un gran parque público de 25 hectáreas en beneficio directo de los vecinos del Cercado de Lima, San Martín de Porres, El Rímac, San Juan de Lurigancho y El Agustino.

Recordemos, también, que un puñado de vecinos, sobre todo jóvenes, se opusieron y resistieron cuando se inició la ejecución de estas obras, acaso ya avizorando el desastre que serían ambas, pues ni la “alameda” es un punto de encuentro con áreas verdes ni el bypass ha solucionado el problema del tránsito vehicular en esta parte de la ciudad. Mi homenaje, reconocimiento y respeto para aquellos. Tal vez si más personas se hubiesen sumado a la justa y legítima protesta se podría haber evitado esta gran estafa de Luis Castañeda Lossio.